Reseña y Crítica de "Orange Is the New Black" - Temporada 7
"Orange Is the New Black", la aclamada serie de Netflix creada por Jenji Kohan, llegó a su fin con una séptima temporada que no solo cerró las tramas de sus entrañables personajes, sino que también ofreció una reflexión profunda sobre la vida, la libertad y la lucha por la justicia en un sistema carcelario imperfecto. Estrenada en 2013, la serie se destacó por su enfoque honesto y sin adornos de la vida de las mujeres en prisión, pero fue en esta última temporada donde realmente se sintió la madurez de la narrativa y la evolución de sus personajes.
La séptima temporada se siente como un epílogo necesario. Los guionistas logran balancear momentos de comedia oscura con la realidad desgarradora que enfrentan las reclusas, llevando al espectador a un viaje emocional que abarca desde la risa hasta la reflexión profunda. La serie se centra en las consecuencias de las decisiones pasadas de sus protagonistas, especialmente Piper Chapman (Taylor Schilling), quien se enfrenta a la realidad de la vida fuera de prisión y las relaciones que se han visto afectadas por su tiempo en Litchfield.
Uno de los mayores logros de esta temporada es cómo aborda temas actuales, como la reforma penitenciaria, el racismo sistémico y la salud mental. A través de personajes como Taystee (Danielle Brooks) y su lucha por justicia tras la muerte de Poussey (Samira Wiley), la serie no solo rinde homenaje a las historias individuales, sino que también plantea preguntas incómodas sobre la desigualdad en el sistema penal.
La narrativa se siente más unida que en temporadas anteriores, con un enfoque más claro en el desarrollo de personajes. Cada reclusa tiene su momento para brillar, y la diversidad de historias permite que la audiencia se conecte de manera más profunda con sus luchas. El elenco, que ha sido una de las grandes fortalezas de la serie, entrega actuaciones memorables que resuenan mucho después de que los créditos han terminado.
Sin embargo, a pesar de sus muchos aciertos, la temporada también presenta algunos tropiezos. Algunas subtramas parecen apresuradas o forzadas, y ciertos personajes no reciben el cierre que merecen, dejando a los espectadores con una sensación de insatisfacción en algunos casos. Aun así, estos momentos no empañan el impacto general de la serie.
El final de "Orange Is the New Black" es agridulce, encapsulando la esencia de la serie: la lucha por la libertad y la búsqueda de identidad en un mundo que a menudo parece estar en contra de uno. Aunque la serie se despide, su legado perdurará, inspirando conversaciones sobre la justicia social y la humanidad en situaciones adversas.
En conclusión, la séptima temporada de "Orange Is the New Black" es un cierre poderoso y reflexivo para una serie que ha cambiado las reglas del juego en la televisión. Con su mezcla de humor, drama y crítica social, se establece no solo como un entretenimiento cautivador, sino también como un llamado a la acción y a la empatía en un mundo que necesita ambas. Sin duda, es una serie que permanecerá en la memoria colectiva de los espectadores por mucho tiempo.